Nadie recuerda que Pastor
Maldonado le cuesta a Pdvsa 66 millones de dólares al año. Y no me
vengan a pedir que no politice el deporte, porque Pastor se metió solito
y desde hace mucho tiempo en la arena política (de hecho, no lo conocía
hasta que lo vi haciendo proselitismo a favor de Hugo Chávez). Nadie
recuerda tampoco que Pdvsa es una empresa pública, cuyo estado
financiero es crítico y cuyo endeudamiento anual es alarmante. Se olvida
fácilmente que esa empresa es, además, propiedad de un país pobre y de
un pueblo más pobre aún.
Bajo la trilladísima frase de "puso el
nombre de Venezuela en alto" (siempre recuerda a la Miss Venezuela) los
venezolanos festejaron la ironía que representa Maldonado para nuestra
sociedad. La imbecilidad colectiva fue tal que hasta los líderes de la
unidad alabaron a "nuestro Pastor", obviando que lo más probable es que
en pocos días lo veamos en TV apoyando a Chávez. La verdad es que el
papelón de idiota que está haciendo el liderazgo opositor en este y
otros ámbitos da asco y, sobre todo, miedo.
Irónico que sea el
"gobierno de los pobres" el que regale más de 283 millones de bolívares
fuertes a un solo hombre, chavista o no, para que corra en Fórmula 1,
mientras que los deportistas de otras disciplinas cobran poco más de
sueldo mínimo. Irónico que la Pdvsa socialista emita bonos exorbitantes,
con cargo sobre las generaciones futuras, para financiar a una de las
mayores escuderías de un deporte de elites. Irónico que con ese dinero
puedan edificarse cerca de 100 escuelas, financiarse experimentos
científicos de alto nivel, investigaciones universitarias o miles de
canchas públicas en barrios populares. Pero lo más irónico de todo es
que la sociedad esté dispuesta a celebrar y acompañar esta hipocresía,
que los líderes opositores vitoreen esta farsa y que la mayoría de los
periodistas sean incapaces de hacer una crítica independiente. De
verdad, sin que me quede nada por dentro, no entiendo cómo mi país llegó
a esto.
@yongoicoechea
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